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Eduardo de la Puente

Mientras la imagen es la cara visible de tu marca

En un mundo empresarial cada vez más competitivo, la identidad corporativa se ha convertido en un pilar fundamental para construir confianza, diferenciarse y consolidar una marca en la mente del consumidor. Pero ¿qué es exactamente la identidad corporativa y qué papel juega la imagen corporativa dentro de ella?

Más allá del logotipo

La identidad corporativa se refiere al conjunto de elementos que una organización utiliza para proyectar quién es, qué hace y cuáles son sus valores. No se limita únicamente al logotipo o al diseño gráfico, sino que abarca también aspectos como la misión, la visión, la cultura organizacional, el tono de comunicación y la forma en que la empresa se relaciona con sus públicos.

Es, en definitiva, la personalidad de la empresa llevada al plano visual, verbal y actitudinal. A través de una identidad corporativa coherente, las organizaciones consiguen transmitir credibilidad, generar reconocimiento y facilitar la fidelización de sus clientes.

Imagen corporativa: la cara visible

Dentro de la identidad corporativa, uno de los componentes más visibles es la imagen corporativa. Esta hace referencia a la representación visual de la empresa: logotipo, colores, tipografías, eslóganes, estilo fotográfico, material publicitario, papelería corporativa, uniformes, señalética, diseño web, entre otros elementos.

La imagen corporativa debe ser coherente con los valores y el mensaje que la organización quiere transmitir. Una imagen bien construida puede generar confianza, posicionar a la marca en el mercado y facilitar su recordación.

Normas universales de la imagen

Aunque cada empresa desarrolla su identidad visual de forma personalizada, existen una serie de principios universales que rigen una imagen corporativa eficaz:

  1. Coherencia: Todos los elementos gráficos deben mantener una línea visual uniforme. Desde una tarjeta de visita hasta la web corporativa, pasando por las redes sociales o la rotulación de vehículos, la imagen debe ser consistente.
  2. Simplicidad: Una imagen visual clara y sencilla facilita la identificación y recordación de la marca. Los logotipos sobrecargados o con elementos complejos tienden a ser menos eficaces.
  3. Adaptabilidad: La imagen corporativa debe ser versátil y funcionar en múltiples soportes y formatos, tanto físicos como digitales.
  4. Distintividad: La marca debe diferenciarse claramente de la competencia, evitando similitudes que puedan generar confusión o problemas legales.
  5. Manual de identidad: Toda imagen corporativa debe estar respaldada por un manual de identidad visual corporativa. Este documento recoge las normas de uso del logotipo, los colores institucionales (con códigos exactos en CMYK, RGB y Pantone), las tipografías autorizadas, los márgenes de seguridad, los usos incorrectos, las aplicaciones en distintos fondos y soportes, entre otros aspectos.

Una herramienta estratégica

Es importante entender que la identidad y la imagen corporativa no son cuestiones meramente estéticas. Son herramientas estratégicas que influyen directamente en la percepción que los clientes, socios y empleados tienen de una empresa.

Una identidad bien definida y una imagen visual sólida ayudan a construir marcas fuertes, capaces de perdurar en el tiempo y adaptarse a los cambios del mercado sin perder su esencia.

Por ello, cuidar la identidad corporativa es cuidar la reputación, la credibilidad y el futuro de la organización.