La revolución digital ha convertido a Telefonistas y Administrativos en Influencers y Tiktokers en detrimento de la labor profesional
Belem Horas Ruiz
Con la excusa de la revolución digital, ser fácilmente sustituible y no por una IA – de eso hablaremos en otro momento- sino por alguien sin reconocimiento profesional, se está convirtiendo en una costumbre de la que solo se libran cuatro superingenieros, normalmente extranjeros fichados por la compañía, y algún tecnócrata que otro.
Los negocios son como las familias, nadie conoce la suya y las relaciones con sus miembros mejor que uno mismo. Por eso ser un/as “omniclient”, jefe/a supremo de una empresa, trazar el plan estratégico y menospreciar la colaboración y la profesionalidad ajena cuando esta te ha ayudado a lograr tus objetivos, se llama ignodictadura empresarial.
Así que, si eres comunicador, publicista, creativa, diseñador o especialista en marketing digital con años de recorrido a tu espalda, lo mismo da, la ignodictadura no perdona.
Amortizando el Iphone
Si al omniclient se le mete en la cabeza que la generación de contenidos online es una “nimiedad“ que puede hacer la telefonista en sus ratos libres porque “para eso hemos comprado un Iphone”, verás como en escasas semanas acabe en desastre hasta el mejor plan estratégico en el que has trabajado durante años.
Y no porque la chica no le eche ganas, Dios nos libre, pues lleva publicando sus vacaciones en Instagram desde la pandemia y hasta se le da bien bailar en Tik Tok. Ojo al dato, que tiene ya 1.500 seguidores y casi 400 likes. Bueno, alguno menos si tenemos en cuenta los que ha comprado a esa empresa de Cadiz que se publicita hasta en Linkedin y vive de la venta de seguidores y me gustas
Ni tampoco porque el omniclient sea un ignorante de lo suyo. En absoluto, tiene además de una licenciatura dos masters, uno de ellos por Cambridge. Pero es que lo suyo es distinto. Su conocimiento tiene valor, cuesta un esfuerzo por el cual siempre ha cobrado una abultada nómina con tarjeta black a libre disposición.
Por eso no sólo infravalora tu trabajo de comunicación sino el de los propios empleados de la firma, secretarias, administrativos, telefonistas, que pese a ser imprescindibles son “contablemente un gasto”.
Una minuta digna
Y aquí radica el quiz del tema, hay puestos de trabajo que se valoran y otros no. Y cuando al omniclient ya le funciona el plan de comunicación y descubre que no hacía falta ir a Harvard porque el marketing es igualito al de toda la vida y se basa en algo llamado “sentido común”. Cuando se da cuenta que la realidad virtual es una y las ventas online lo de siempre con un leve cambio de escenario, entonces es cuando intenta abaratar y se percata de “los megustas” de la chiquita de recepción.
Es una lástima que habiendo tantas pymes necesitadas de apoyo tengan a su cabeza omniclientes/as de este tipo. Por eso yo prefiero trabajar para firmas con un sólido departamento de Marketing que cobran pasta gansa por sus honorarios.
Para estas sé que también seré fácilmente sustituible cuando les ayuda a conseguir su meta, pero al menos habré cobrado una minuta digna.